No es un secreto que el fútbol se utiliza como medio de diversión, pero a lo largo de la historia hemos visto que se ha manchado. Desde personas que ven esto solo como un negocio hasta casos más extremos como lo son: métodos para distraer a las personas de lo que está sucediendo en el país o generar una unidad social mediante el espectáculo del fútbol. Brasil es uno de los países que más ama este deporte, pero ¿Qué sucede cuando una dictadura se aprovecha de él?
Primero, hay que entender qué es una dictadura. Según Sartori, la dictadura militar es “un estado en el que las fuerzas armadas controlan las instituciones ejecutivas, legislativas y judiciales, impidiendo cualquier forma de control democrático y social”.
Brasil antes de la dictadura
Lo anteriormente expuesto plantea, en términos teóricos, lo que podemos entender como dictadura, pero solo desde una perspectiva conceptual. Sin embargo, cuando dejamos el papel y nos enfrentamos al ejercicio pleno de reconocimiento, debemos admitir que la realidad es mucho más compleja.
Los años previos a la dictadura militar en Brasil estuvieron marcados por tensiones políticas y económicas que reflejaban la lucha entre un proyecto reformista y los intereses de las élites tradicionales. En septiembre de 1961, tras la renuncia de Jânio Quadros, asumía la presidencia João "Jango" Goulart, quien gobernó del 8 de septiembre de 1961 hasta el 1 de abril de 1964, o sea, hasta que se dio el golpe de Estado. Goulart era un líder con una agenda reformista que generó profundas divisiones en la sociedad brasileña.
Goulart impulsó una serie de reformas estructurales que buscaban transformar la sociedad brasileña. Entre sus principales propuestas destacaban:
- Reforma agraria: Expropiación de tierras improductivas ubicadas a lo largo de carreteras y ferrocarriles, con el objetivo de redistribuirlas entre campesinos sin tierra.
- Nacionalización de sectores estratégicos: En marzo de 1964, por decreto, nacionalizó las refinerías de petróleo privadas.
- Ampliación de derechos democráticos: Extensión del derecho al voto a los analfabetos.
- Reformas económicas: Regulación de la remesa de utilidades al exterior para evitar la fuga de capitales.
- Reforma educativa: Democratización del acceso a la educación superior.
Estas medidas, que parecían encaminar al país hacia un modelo más equitativo, encontraron una feroz oposición de los sectores empresariales, latifundistas y militares, quienes temían que Brasil tomara un rumbo socialista.
El país estaba viviendo una fuerte crisis económica antes de la dictadura. Brasil estaba pasando por una transición: el café era su única exportación, así que empezaron a industrializarse para diversificar su economía. En este punto fue donde se creó la petrolera (PETROBRAS) y con ella nueve años después se crearía (ELECTROBRAS), y posteriormente nacerían las primeras siderurgias. Pero esto no fue suficiente para que la economía mejorará, así fue como empezaron a crecer los niveles de inflación y el déficit fiscal. Goulart, quería implementar reformas (agraria, fiscal y bancaria), lo cual no fue bien recibido por los empresarios y militares, porque se pensaba que quería implementar un modelo socialista.
El golpe militar en Brasil, ocurrido el 1 de abril de 1964, no fue un evento aislado ni espontáneo. El derrocamiento del gobierno de João Goulart fue, en gran parte, orquestado y apoyado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos a través de la Operación Brother Sam. Según documentos desclasificados, esta operación incluyó apoyo logístico y militar a los golpistas, además de estrategias de desestabilización económica para debilitar aún más al gobierno de Goulart.
Estados Unidos también desempeñó un papel crucial en la propaganda anti-Goulart difundida en los medios, preparando el terreno para la intervención militar. Además, la fuerza naval estadounidense estuvo lista para actuar en caso de ser necesario, lo que subraya la injerencia directa de Washington en los asuntos brasileños. Esta política de intervención no se limitó a Brasil; países como Chile, Argentina, Bolivia y Uruguay también fueron blanco de acciones similares. En el contexto de la Guerra Fría, Estados Unidos utilizó estos mecanismos para frenar la expansión de movimientos de izquierda en América Latina, y el miedo de que un “Cuba” llegara o se produjese en la región.
En nuestras redes sociales, tenemos este video que explica mejor todo este proceso.
@notapolitika 📌 ¿Sabías que varias dictaduras en América Latina se aliaron para desaparecer a sus opositores? 🔴 Lo llamaron el Plan Cóndor, y aquí te contamos cómo funcionó y quiénes estuvieron detrás de esta oscura estrategia. - - - - - - - - - - - #parati #fyp #fypシ #foyoupage #viral #fyp #parati #foryou #historia #foryou #tiktok #podcastenespañol #podcasting #podcastersofinstagram #podcast #tiktokacademy #crzgf #talentotiktok ♬ sonido original - notapolitica
El golpe de Estado fue precedido por una serie de eventos que reflejaban la creciente polarización política. El 13 de marzo de 1964, Goulart firmó un decreto de nacionalización de las refinerías de petróleo privado y la expropiación de tierras estratégicamente ubicadas, lo que fue percibido como un paso hacia el socialismo. Días después, el 19 de marzo se dio la marcha en São Paulo en la llamada “Marcha da Família com Deus pela Liberdade”, un evento impulsado por sectores conservadores y con apoyo de la CIA.
El 31 de marzo de 1964, los militares tomaron el poder con el apoyo de los gobernadores de los estados más modernos, la embajada norteamericana y el parlamento. João Goulart se vio obligado a exiliarse en Uruguay. Mientras tanto, en Washington, el secretario de Estado adjunto para Asuntos Interamericanos, Thomas Mann, celebró el golpe, enviándole un mensaje al presidente Lyndon Johnson:
“Espero que usted esté tan feliz respecto de Brasil como lo estoy yo”.
Johnson respondió:
“Pienso que es lo más importante que ocurrió en el hemisferio en los últimos tres años”.
El 15 de abril de 1964, dos semanas después asumió la presidencia el general Humberto Castelo Branco, alias “el mariscal”. Fue el primero de los cinco mandatarios que gobernarían Brasil durante los siguientes 21 años. En su discurso de asunción declaró:
“Caminaremos hacia el futuro con la seguridad de que el remedio contra los maleficios de la extrema izquierda no será el nacimiento de una derecha reaccionaria”.
Los militares solo estuvieron un año en el poder, pero durante ese tiempo autorizaron una constitución civil que buscó cambiar el modelo de elección. Ya no era el pueblo quien elegía a su representante, sino que este era designado por las dos cámaras del Congreso. En la nueva constitución se crearon dos partidos: la Alianza Renovadora Nacional (ARENA), que fue el único partido representante del régimen, y el Movimiento Democrático Brasileño (MDB), la única “oposición” dentro de Brasil. Durante cuatro periodos, desde 1967 hasta 1985, ARENA ganó, lo que significó que las fuerzas armadas mantuvieron el control de Brasil. El régimen comenzó con Artur da Costa e Silva, siguió con Emílio Garrastazu Médici, Ernesto Geisel y terminó con João Figueiredo.
Es triste pensar que en los lugares que presenciaron jugadas y estilos de juego como el jogo bonito que tantas alegrías le dio al fútbol brasileño, el chanfle, la elástica, la hoja seca de Didí, el regate de Pelé, o la cola de vaca de Romario, terminaran cumpliendo una doble función durante la dictadura: la del espectáculo y la de la represión.
La dictadura militar asumió el poder en 1964, no solo consolidando un régimen autoritario, sino implementando políticas represivas para controlar cualquier forma de oposición. Uno de los métodos más siniestros fue el uso de estadios de fútbol como campos de concentración y centros de detención. Lugares icónicos como el Estadio Maracaná en Río de Janeiro y el Estadio Nacional en Brasilia sirvieron como espacios de reclusión, donde los opositores políticos fueron retenidos en condiciones inhumanas. El historiador Gabriel Cerqueira, de la Comisión de la Verdad de Niterói, señala que "el estadio Caio Martins, en Niterói, fue el primer recinto deportivo de América Latina en ser utilizado como campo de concentración".
Los testimonios de los sobrevivientes son estremecedores. Manoel Martins, abogado y ex prisionero en el Caio Martins, recuerda: "Durante 18 días, el terror reinó en el estadio. Para ir al baño, íbamos acompañados de un soldado con ametralladora. No teníamos derecho a tomar el sol ni a recibir visitas".
La victoria de Brasil en la Copa del Mundo de 1970 fue explotada por el gobierno militar para reforzar su imagen. Se implementó una fuerte campaña de propaganda que vinculó el éxito deportivo con la estabilidad del régimen. Según la investigadora Lívia Gonçalves Magalhães, "el uso del fútbol y de la selección permitió al gobierno cívico-militar brasileño (...) la breve renovación del consenso social que inicialmente condujo al propio golpe".
El gobierno militar también influyó directamente en la selección. Joao Saldanha, seleccionador de Brasil, fue despedido meses antes del Mundial tras negarse a convocar jugadores sugeridos por el dictador Emílio Garrastazu Médici. "Yo también tengo algunas sugerencias para el ministerio del presidente", respondió Saldanha de manera desafiante. Su salida evidenció hasta qué punto la dictadura metía sus narices en el fútbol.
El silencio de Pelé ante la dictadura
Poco después de finalizar la Copa del Mundo de 1970, Pelé actuó como representante del régimen militar en la inauguración de la Plaza Brasil en Guadalajara, México, un espacio creado en honor al equipo brasileño. En una carta dirigida al presidente Emílio Garrastazu Médici, Pelé agradeció el "honor de representar a Vuestra Excelencia" y de representar "este ilustre gobierno", mencionando que el viaje "constituyó una de las experiencias más llamativas de mi vida". Debido al carácter oficial del viaje, Pelé y su esposa, Rose, recibieron pasaportes diplomáticos y sus gastos fueron cubiertos por el gobierno brasileño.
Durante los años de la dictadura militar, Pelé se consolidó como la gran estrella del fútbol brasileño y se convirtió en un símbolo nacional. Sin embargo, su postura frente al régimen ha sido objeto de controversia. Paulo César Vasconcellos, periodista deportivo, señaló que Pelé "aceptó y convivió con el régimen, que lo trataba bien porque sabía lo importante que era para la estabilidad de la dictadura".
Más aún, documentos revelan que Pelé visitó el Departamento de Orden Política y Social (DOPS), el organismo encargado de la represión política, y allí aseguró haber sido acosado por "comunistas" para que firmara "manifestos contra el gobierno brasileño", en partidos en el extranjero, exactamente en Colombia y México. Según Pelé, no lo hizo "por ser contrario al comunismo". En esa visita, incluso se ofreció a manifestarse públicamente contra el comunismo si el gobierno lo consideraba oportuno.
El periodista Paulo Cezar Caju fue aún más crítico con Pelé, y dijo: "Tenía el comportamiento del negro —sí— señor, ese negro sumiso, que acepta todo, que no critica, que no juzga". No obstante, Pelé siempre negó haber apoyado la dictadura y argumentó que su papel como futbolista le impedía hacer declaraciones políticas.
Si bien la dictadura utilizó el fútbol para consolidar su imagen, hubo quienes no fueron como Pelé, y lo usaron como herramienta de resistencia. A inicios de los años 80, cuando Brasil comenzaba su dura transición a la democracia, el Corinthians, bajo el liderazgo de Sócrates, instauró la llamada "Democracia Corinthiana". En este modelo, todas las decisiones del club eran tomadas por consenso entre jugadores, cuerpo técnico y directiva, convirtiéndose en un símbolo de oposición al régimen. Sócrates no solo llevó estos valores dentro de su club, sino que los expresó públicamente.
Por otro lado, durante el Mundial de 1986, Sócrates lució una cinta en la cabeza con la palabra Pau (Basta), en un claro mensaje de rechazo al autoritarismo. Otros jugadores, como Reinaldo, fueron castigados por su activismo. En 1981, fue marginado de la selección por "hacer política", según reconoció el entonces entrenador Tele Santana.
Es casi evidente que São Paulo siempre ha sido un club que se liga a las clases dominantes de Brasil, como lo son, las élites políticas y empresariales las cuales apoyaban el régimen político. Así que estos no tuvieron una resistencia o una crítica hacía la dictadura. El apoyo más grande fue el de su estadio, el Morumbi, ya que se había empezado a construir en los 50, este proyecto venía atrasado por lo costoso que era, hasta que el gobernador Laudo Natel, que también había sido el ex presidente del equipo, fortaleció la relación con la dictadura la cual ayudó a financiar el estadio. Logrando así inaugurar Morumbi en 1970.
Brasil después de la dictadura
Dentro de la dictadura hubo una etapa llamada el “milagro económico”. Durante este periodo el producto interno bruto aumentaba de una forma nunca antes vista. A su vez lograron controlar la inflación, aumentaron la productividad y también “fortalecieron” el Estado. Todo esto se logró gracias a que empezó a entrar más capital desde el extranjero, se hicieron reformas fiscales y financieras. Recuerda Grandi, que con "La creación del Banco Central en 1964, que maneja la política monetaria”, la inflación también cayó de 92% en 1964 a 15,6% en 1973. Otras medidas que se crearon fue invertir en la creación de estructuras, como el puente de Río hasta Niterói. Gracias a la disminución de impuestos se crearon muchas industrias, pero así mismo llegaron más del extranjero. Pero al final de la dictadura, Brasil cayó en una bancarrota absoluta, ya que la inflación que supuestamente se había controlado, se disparó y aumentó casi el doble de lo que ya estaba antes. La deuda pública se incrementó “15,7% del PIB en 1964 a 54% del PIB en 1984, cuando los militares dejaron el poder, y esto demostró que la política de sustituir las importaciones, no funcionó.
El fin de la dictadura en Brasil fue el resultado de varios factores. Uno de ellos fue que el "milagro económico" dejó de funcionar, lo que generó un aumento de la inflación. Mientras tanto, los brasileños se organizaban para marchar en un movimiento denominado "Diretas Já", en el que exigían elecciones democráticas y el fin de la dictadura. Sin embargo, el Congreso se negó a aceptar estas demandas del pueblo. Ante esta situación, los militares decidieron comenzar a ceder el poder gradualmente, sin recurrir a la violencia.
- Derechos humanos y sociales: Se buscaba garantizar derechos para los trabajadores, los pueblos indígenas, la salud gratuita y la libre expresión.
- Descentralización de los poderes: Durante la dictadura, se había perdido la división de poderes, por lo que la reforma intentó restablecer las ramas del poder y fomentar una mayor participación ciudadana.
- Poder judicial: Se creó el Ministerio Público Federal y se fortaleció la importancia del poder judicial.
"La historia de Brasil nos enseña que la democracia no es un regalo divino, sino una conquista que requiere sacrificio y valentía. Cada generación tiene la responsabilidad de proteger y fortalecer los derechos fundamentales que costaron tanta sangre, sudor y esfuerzo. La lucha por la democracia es un compromiso continuo con el país y su gente”.
Como bien dice el proverbio brasileño: “A democracia é o governo do povo, pelo povo e para o povo” (La democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo).
0 Comentarios