En Palacio ya lo dicen con cierto aire de expectativa: Quintero pica en punta. Según La Silla Vacía, en la Casa de Nariño creen que el exalcalde de Medellín es el precandidato que más ha crecido en la consulta interna del Pacto Histórico. Incluso el propio presidente Petro lo ha defendido públicamente, pidiéndole a su bancada que no lo vete. No es casualidad: Quintero ha sabido moverse como pez en el agua en un ambiente político convulsionado.
Pero yo lo advertí desde antes. En mi cuenta de X, el 26 de junio, escribí: “Me da la impresión de que el elegido será Quintero. A Bolívar lo sacaron del camino, de María José no se volvió a saber y los demás precandidatos están sin fuerza. Si el Pacto termina jugándosela por Quintero, será una decisión política muy mala, incluso peor que la de Bolívar.” Y hoy lo repito con más fuerza: creo que Quintero podría ser muy malo si llega a ganar en el Pacto.
No lo digo porque tenga algo personal contra él, lo digo porque es evidente que Quintero ha sido un saltamontes de la política. Conservador entre 2007 y 2012, Verde de 2012 a 2014, Liberal de 2014 a 2018, “independiente” desde 2019. Y ahora se viste de alternativo para meterse al Pacto. ¿Cómo confiar en alguien que ha cambiado de camiseta tantas veces? Esa falta de coherencia me genera desconfianza porque quien brinca tanto no suele hacerlo por convicciones, sino por pura conveniencia.
Él mismo lo confirmó en su manera de victimizarse. El 22 de agosto, cuando publicó un video diciendo que su candidatura sería la más atacada, no pude evitar responderle en X: “No, Daniel. Su candidatura recibe ataques porque usted se vende como lo que no es. Conservador (2007-2012), Verde (2012-2014), Liberal (2014-2018), ‘Independiente’ (2019-2024)… ¿no le da pena hacer el ridículo? Hágase el favor y no se pinte como lo que no es, payaso.”
Puede sonar duro, pero es la verdad. Su estrategia es clara: usar el marketing como su arma principal. Maneja las redes sociales con habilidad, sabe conectar con los jóvenes y vende un discurso radical que genera eco en una parte del electorado cansado de lo mismo. Ese es su fuerte. Y aunque reconozco que ha sabido hacer su tarea, no justifico el costo de ese tipo de movimientos. Porque al final, ¿qué queda detrás de tanto marketing?
Cerrar el Congreso y convocar una Asamblea Nacional Constituyente suenan a propuestas disruptivas, hasta románticas para quienes creen que las instituciones ya no sirven. Pero en manos de alguien con el historial de Quintero, esa radicalidad se convierte en un riesgo. No basta con lanzar consignas; hace falta un proyecto real, consistente y responsable. Y ahí es donde Quintero no convence.
Su paso por la alcaldía de Medellín lo demostró: peleas constantes con los gremios, choques innecesarios, improvisación y denuncias de corrupción que aún pesan. No se trata solo de estilo, se trata de resultados, y sus resultados fueron mediocres. Por eso no sorprende que dentro del propio Pacto figuras como Susana Muhamad o Gustavo Bolívar lo acusen directamente de corrupto.
Tampoco es irrelevante con quién se junta. Su cercanía con el senador Pedro Flórez, aliado de Armando Benedetti, y con el empresario Euclides Torres —financiador de Petro en 2022 y beneficiario de contratos estatales— es una señal clara de que Quintero no está construyendo un camino distinto, sino repitiendo los vicios que tanto critica. Se presenta como outsider, pero juega el mismo juego de siempre.
Sé que algunos dirán que la política es pragmatismo y que todos necesitan alianzas. Y es cierto, nadie sobrevive siendo purista. Pero una cosa es el pragmatismo y otra es el oportunismo descarado. Quintero no es un político con trayectoria en la izquierda ni un líder de causas sociales de larga data. Es, más bien, un oportunista que entendió que el Pacto podía ser su trampolín.
Y ahí está el verdadero problema: muchos dentro del Pacto no han visto que su ascenso es, en buena parte, un espejismo. Bolívar, que parecía fuerte, se desinfló. María José Pizarro se perdió del radar. Los demás precandidatos no tienen arrastre. Frente a esa debilidad, Quintero brilla más de lo que realmente es. Su fortaleza no viene de un proyecto sólido, sino de la habilidad de venderse.
Lo repito con toda claridad: Quintero podría ser muy malo para el Pacto y para el país. No porque no sepa moverse, sino precisamente porque sabe demasiado bien cómo hacerlo. Y un político que domina el marketing pero carece de coherencia ideológica es una bomba de tiempo.
La izquierda y el Pacto necesitan consolidar un proyecto serio, con visión de largo plazo y con figuras que de verdad representen convicciones. Quintero no encarna eso. Encierra el riesgo de que todo se reduzca a un show de redes sociales, con alianzas turbias detrás y un oportunismo disfrazado de rebeldía.
En conclusión, no me sorprende que Quintero esté creciendo ni que en Palacio lo vean con buenos ojos. Lo que sí me preocupa es que ese crecimiento no esté sustentado en nada sólido. Y lo digo con total franqueza: si la apuesta del Pacto es por Daniel Quintero, la izquierda corre el riesgo de hipotecar su futuro. Porque en política, como en la vida, no todo salto es un avance; a veces es solo un brinco en falso.
Y para que no quede duda, cierro con lo que me dijo una fuente dentro del mismo Pacto Histórico —a quien guardo la identidad porque así me lo pidió, no porque yo lo quiera hacer—, alguien que ha hablado directamente con el presidente Petro en Palacio (no sobre el tema de Quintero, pero sí sobre otros temas) y conoce de primera mano las tensiones internas dentro de la coalición del mandatario nacional.
La fuente* —altamente confiable— me dice: “Quintero es un genio en marketing político, pero en mi opinión no le alcanza para competir con Cepeda o Corcho. El voto duro en la izquierda y en el progresismo es muy radical, y esto hace que se incline más hacia aquellos que provienen de las raíces. Muchos ven a Quintero como una especie de Roy Barreras.”**
Notas del autor / Aclaraciones
* A mi fuente le ofrecieron el Ministerio del Trabajo y hoy es precandidato a la Cámara por las listas del Pacto.
**Lo que dice mi fuente contradice seriamente la teoría que planteo en esta columna y la que expuso La Silla Vacía. Además, ya son dos fuentes —no tan confiables como la primera— que me dicen que Quintero pica en punta.
0 Comentarios