Es así como, luego de este suceso, empezaron a migrar todos los venezolanos. El siguiente año volvió a ganar las elecciones Nicolás Maduro y, por segunda vez consecutiva, era la cabeza principal del Estado venezolano. Más de 50 países, incluido Estados Unidos, afirmaron la elección como fraudulenta, y después de esto, reconocieron a Juan Guaidó como presidente interino y legítimo de Venezuela. El reconocimiento de poco o nada le sirvió, puesto que los militares y todo el poder político de Venezuela defendían la hegemonía del chavismo.
Por otro lado, y volviendo a la actualidad, la economía venezolana no ha caído completamente gracias a las ayudas económicas de otras potencias mundiales como China, Rusia e India. Este apoyo alivio la economía, y de paso, ayudó al país para que pudiera salir a flote. Como Venezuela es exportador de petróleo. La ayuda chino-rusa consiste en la compra y venta del petróleo a Europa. Esto nos demuestra que Venezuela no está sola. Gracias a sus fuertes lazos comerciales con potencias no alineadas a occidente, se volvió socio de los BRICS.
El pasado 10 de enero fue la posesión de Nicolás Maduro, luego de las elecciones, el chavismo se prepara para su tercer mandato consecutivo. Muchas personas dicen que esto no fue democrático, puesto que durante el día de votaciones hubo muchos apagones, amenazas, y no los dejaban entrar a las urnas para ejercer su derecho al voto.
Es evidente que Venezuela está viviendo en una dictadura desde hace varios años, pero creo necesario entender el papel que ha tenido Estados Unidos dentro de está nación. Puesto que todas las amenazas y bloqueos, imposibilitan que las y los venezolanos puedan tener una elección libre. Claramente, la injerencia internacional, si bien, quieren derrocar al chavismo, lo que hacen realmente es afectar al pueblo. Debido a que las medidas que se han tomado no afectan directamente a Maduro y a su círculo, sino a los venezolanos, y a su vez, afectan a la economía.
Ver una Venezuela libre a corto plazo parece casi imposible, ya que las fuerzas armadas y las alianzas con potencias mundiales sostienen un régimen que se perpetúa a través del miedo. Las sanciones y amenazas no han logrado cambios, solo han castigado al pueblo. Lo que se necesita es un acuerdo estratégico que permita levantar sanciones a cambio de medidas concretas que beneficien a la población, impulsando su resurgimiento. Más allá de reconstruir una democracia, es imprescindible enfrentar los problemas sociales y la hiperinflación. Venezuela no merece sobrevivir bajo cadenas políticas, sino florecer como un pueblo libre y digno. Porque, al final, ¿qué mayor acto de justicia que devolverle la esperanza a quienes nunca dejaron de resistir?
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