Machado no hizo la paz, la pidió a balazos


Escrito por David Novoa
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Observo con una mezcla de decepción y asombro la deriva que ha tomado el Premio Nobel de la Paz. Solía ser la vara que medía el compromiso global con la convivencia; hoy, temo que se ha convertido en una herramienta más de polarización política, una plataforma que confunde la oposición feroz con la vocación pacifista. 

Hoy sostengo sin titubeos que el Premio Nobel de la Paz concedido a María Corina Machado en 2025 es un galardón que ya no honra a quienes de verdad promueven la paz, sino que sirve para maquillar estrategias políticas. Es cruel decirlo, pero considero que Machado no lo merecía, y el simple hecho de que estuviera compitiendo con figuras como Donald Trump —un aristócrata vulgar que pisotea la justicia de su propio país— es el síntoma de la decadencia de este reconocimiento.

Que alguien como Trump —quien vemos maniobrar instituciones, tensar poderes, desconocer límites— haya sido considerado candidato al Nobel es un escándalo en sí mismo. Pero más escandaloso aún es que se le contraponga a Machado: una mujer que, aunque proclame defender la democracia, ha promovido acciones que bordean el intervencionismo y ponen en riesgo la soberanía venezolana. En 2018, ella impulsó la idea de que Israel interviniera en Venezuela —un mensaje que dejó espacio para ser interpretado como una carta abierta al ministro Netanyahu (el líder del genocidio palestino)—, y hoy en 2025 repite el libreto: exige al Parlamento Europeo y al gobierno de EE. UU. hacer lo mismo por su causa. 

A continuación, la carta que Machado envió al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu en 2018, solicitando apoyo para “restablecer la libertad del pueblo venezolano


En la carta anterior, queda demostrado como ese tipo de lógica destruye cualquier sistema democrático genuino, porque no cree en la soberanía ni en instituciones, sino en presiones externas y en potencias que usen la fuerza como atajo.

Insisto: no rechazo que Venezuela debe recuperar su democracia. Lo que rechazo es que aceptemos como vía legítima una ruta como la de María Corina. Ese camino es ruidoso, agresivo, polarizante, e incluso manipulador de símbolos internacionales. ¿Cómo creer que alguien que llama a intervenciones extranjeras, que alaba figuras como Trump, que presiona gobiernos externos para actuar en Venezuela, representa la paz? Hay contradicción entre su discurso de libertad y sus prácticas de seducción de poderes externos.

El hecho de que ese Nobel haya enfrentado como competidor principal a Trump habla más de la crisis del prestigio del premio que de una elección atinada. En los últimos años, las nominaciones y concesiones han perdido autoridad moral: bastaría recordar lo que causó el Nobel de Santos, alabado por el “acuerdo de paz” pero criticado por su raquítico contenido y su escasa capacidad de ejecución. Un premio que se entrega por componendas diplomáticas más que por resultados concretos deja de ser un reconocimiento serio para transformarse en una mercancía simbólica. En ese contexto, que Machado esté entre quienes optaban a ganar el Nobel muestra cuán lejos ha caído ese galardón.

Para ser claro: mi desaprobación no proviene de simpatía hacia el chavismo ni de afinidad con la dictadura ni mucho menos de aplaudir a sistemas que no respetan la democracia. Al contrario, apoyo que Venezuela vuelva a tener instituciones sanas, elecciones confiables, libertades plenas. Pero esa ambición no justifica el uso de métodos que comprometan la lógica democrática. No estoy defendiendo que Maduro siga en el poder —ni nunca lo defenderé—; ´pero lo que sí estoy señalando es que un líder opositor debe ser ejemplar, no alguien que recurre a presiones externas como método principal para ejecutar su "plan político".

Al final, siento un profundo desencanto frente a esta concesión: ha sobrado el romanticismo político y ha faltado mesura intelectual. Ha faltado rigor en seleccionar a alguien que, con plena coherencia, merezca estar en la lista de quienes han compartido caminos reales de paz y justicia. Es doloroso decirlo, pero el Nobel ya no honra la excelencia, sino que se deja seducir por campañas, relaciones de poder e intereses geopolíticos.

No celebro este Nobel, porque no representa el ideal de justicia global que debe tener ese reconocimiento. María Corina Machado no merece un Nobel por pedir intervenciones foráneas y por aliar su discurso con quienes han socavado democracias. Y si uno de los finalistas fue Trump, eso apenas confirma que el premio ha perdido su brújula. En este punto, reivindico que sea el pueblo venezolano el que recupere la democracia, no el premio Nobel el que legitime líderes con métodos equivocados.

Las fuentes que el autor usó para esta nota son:

NobelPrize.org. “Press release: 2025 Nobel Peace Prize.”

NobelPrize.org. “Maria Corina Machado – Facts.”

Al Jazeera. “Who is María Corina Machado, 2025 winner of the Nobel Peace Prize.”

El País. “El Comité Nobel premia a María Corina Machado por su lucha contra la dictadura venezolana.”

The Independent. “María Corina Machado praises Trump after Nobel Peace Prize announcement.”

India Today. “The most controversial Nobel Peace Prizes ever awarded.”


Democracy Now! “Critics say Nobel Peace Prize reflects politics, not peace.”

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